sábado, 23 de noviembre de 2019

El día que me enteré.

Pues como mencioné en la anterior entrada, esto fue un poco inesperado, principalmente porque por mi historial clínico, mi estilo de vida, mi edad, y otro montón de cosas, honestamente creía que el tener un bebé involucraría mucho mas tiempo, esfuerzo y por supuesto, dinero. Así es que aunque sabía que si era el caso me haría feliz, realmente no estábamos buscándolo y no teníamos ni idea de lo que venía en camino.
Siempre he sido muy puntual, pero tengo un pequeño margen
de error que normalmente va entre los 2 y los 6 días, por lo que un pequeño retraso no significa gran cosa para mi, sin embargo, con la tecnología actual, pues tengo una sabia aplicación que me dice cuando debe llegar, y muchos otros parámetros que yo no utilizaba porque, pues pa que. Eso sí, trae un calendario donde puedes anotar datos muy precisos respecto a tu salud reproductiva y demás y bueno, el caso es que el chunche ese insistía en que ya debería haber llegado mi momento. Sin embargo, mi mal humor constante, mis ganas de llorar por todo,  mis dolores de cuerpo, pues todo apuntaba a que ya no tardaba. 
Ok, ahora en retrospectiva, quizá el sueño excesivo, el hambre voraz, y todos los otros malestares, debieron darme una pista, pero no fue hasta que noté algo en particular en mi cuerpo, que pensé, mejor me hago una prueba de embarazo para salir de dudas. Por suerte, tenía acceso a unas, que aunque viejitas no veía por qué no funcionarían, así que fui y me hice la prueba, y cual fue mi sorpresa cuando el resultado fue completamente ambiguo. Una linea vertical, y algo que parecia un manchon donde debía haber otra, o no haber nada. 
Pero algo desde ahí me decía que era cierto.
Ese día más tarde y empezando a sentir el pánico me comí una hamburguesa con papas, excepto que al llegar a las papas, mi cuerpo las rechazó con total seguridad, poniéndome los nervios a todo. 
No pude esperar al día siguiente para repetir la prueba en condiciones idóneas, no, agarre otra de las que tenia al alcance, y repetí. Y esta vez, con total certeza, las dos líneas se formaron. 
No puedo explicar todo lo que en ese momento se me vino al cuerpo. Por supuesto lloré, hiperventilé y reí, todo al mismo tiempo. En principio, creo que el sentimiento predominante fue, terror. 
Cómo iba a traer otra persona al mundo, yo, que apenas sobrellevo mi adultez, que las unicas criaturas que he educado son mis gatos y sin mucho éxito. Yo que tengo un estilo de vida brutal, alimentándome fatal, rellenando mis riñones con caféina, mis arterias con grasas,  y mis pulmones con nicotina. Por supuesto que lo quería, pero no lo creía posible. 
Y en ese momento, sentía que debía decirlo, convertirlo en algo real, decirle a alguien por escrito o en voz alta, estoy embarazada, voy a ser mamá. 
Escribí a una amiga, y a otra, y luego a otra a ver quien estaba disponible, pues a mi chico quería decirselo en vivo, y tenía sentimientos encontrados sobre decirle a mi familia. Pero por alguna razón, nadie me peló hasta un buen rato después. Nadie, excepto mi prima, así fue ella la primer afortunada en enterarse y yo al fin decirlo, y comenzar a procesarlo. Tenía aún un par de cigarros en la cajetilla, media coca de 3 litros en la bodega, y un bote nuevo de café. Y me di cuenta que, tenía que cambiar toda mi vida de malos hábitos ya, en ese momento.  
Y fue así que me fumé el último cigarro, le di un traguito a la coca cola, y dije, ok. ahora qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario